“El virus es un espejo. Muestra en qué tipo de sociedad vivimos. Vivimos en una sociedad de supervivencia que, en última instancia, se basa en el miedo a la muerte. Hoy en día, la supervivencia es lo más importante, como si estuviéramos en un estado de guerra permanente”, comenta el filósofo surcoreano-alemán Byung-Chul Han sobre la sociedad en la era del coronavirus (1). Han continúa explicando que, ante la pandemia, nos dirigimos hacia un régimen de vigilancia biopolítica y que, ante este choque pandémico, Occidente se verá obligado a abandonar sus principios liberales. Occidente avanza así hacia una sociedad de cuarentena biopolítica en la que nuestra libertad estará permanentemente restringida. Los ganadores de esta evolución parecen ser los que abogan por más Estado y poder. En Alemania, esto se puede ver, entre otras cosas, en el fortalecimiento de la derecha (el llamado Querdenker
) y la (in)capacidad de la izquierda para formular críticas (2). Según un estudio sobre las pérdidas de ingresos como consecuencia de coronavirus, el Estado se presenta como el salvador. La revista Spiegel, por ejemplo, publicó el titular “coronavirus se lo lleva, el Estado se lo da” (3). También se ha reforzado la confianza en las élites políticas alemanas. “coronavirus fue el cambio de juego para Merkel”, según Deutschlandfunk (3). Según el informe, coronavirus volvió a catapultar la popularidad de la canciller Merkel a “cotas completamente diferentes”.
El problema del poder y del Estado es también el tema de los escritos de defensa de Abdullah Öcalan. Dirigió activamente la lucha de liberación kurda como presidente del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK) desde su fundación en 1978 hasta su secuestro el 15 de febrero de 1999. Sigue siendo considerado un destacado estratega y uno de los representantes políticos más importantes de la sociedad kurda. Por su filosofía política y su lucha, ha estado encarcelado en aislamiento casi total en la isla-prisión de Imralı durante 22 años. Los análisis que formuló en el libro “Sociología de la libertad” (5) describen un panorama similar a las tesis de Han: “El problema del poder y del Estado se encuentra evidentemente en una de sus peores fases. En la era del capital financiero, el monopolio más virtual del capital en la Modernidad Capitalista, la sociedad está experimentando una desintegración sin precedentes históricos. El tejido político y moral de la sociedad se ha hecho añicos. Lo que está ocurriendo es un “sociocidio”, un fenómeno social más grave que el genocidio”. Öcalan advierte que el Estado-nación está haciendo desaparecer a la sociedad en su conjunto y que ésta está sufriendo una pérdida máxima de su carácter político y moral. El balance de los sociocidios, dice, es aún peor que el de los genocidios, porque se refleja en la pérdida de la calidad moral-política de la sociedad en su conjunto. Las masas de personas que no sienten ninguna responsabilidad ni siquiera por las catástrofes sociales y ecológicas más graves lo demuestran.
La política democrática como vacuna en los tiempos Post-Coronavirus
Frente a este peligro, Öcalan propone la política democrática como una forma de ganar la libertad a través de la defensa y organización de la sociedad: “La sociedad que se defiende contra el individualismo, el estado-nación y los monopolios a través de la política democrática se transforma en una sociedad democrática moderna haciendo que su tejido político sea funcional”. En la era Post-Coronavirus, donde el Estado y el poder se expanden a la vista de todos, esta cuestión de la defensa de la sociedad es más urgente que nunca. Las formaciones políticas que surjan de la crisis estructural del sistema mundial en general, y del actual período de crisis de la era Post-Coronavirus en particular, estarán determinadas por los esfuerzos intelectuales, políticos y morales. Teniendo esto en cuenta, me gustaría desarrollar a continuación el concepto de política democrática propuesto por Öcalan.
La política como arte de la libertad
Qué es la política, se pregunta Öcalan, que en sus escritos de defensa llega al fondo de conceptos como libertad, Estado, poder, moral, sociedad, democracia y paz. En sus libros “Más allá del Estado, el poder y la violencia” y “Sociología de la libertad”, en particular, explora la cuestión de qué es realmente la política y cómo se ha desarrollado históricamente. Como proveedor de ideas para un movimiento social, también formula tareas políticas para las fuerzas de la Modernidad Democrática que se oponen a la violencia y a la explotación capitalista.
En el concepto de política de Öcalan es fundamental su distinción entre el Estado y el poder, que formula de la siguiente manera: “El Estado significa reglas, mientras que la política es creatividad. El Estado gobierna lo existente, la política, en cambio, gobierna creando. El Estado es artesanía, la política es arte”.
Para aclarar su punto de vista, Öcalan enumera una serie de actividades que no considera políticas: Las actividades del Estado no son políticas, sino administrativas. A partir del Estado, la política no se hace, sino que se administra. Los asuntos que no afectan a los intereses sociales vitales no constituyen política en el verdadero sentido de la palabra. Tienen lugar en el nivel de los asuntos rutinarios que son manejados por otras instituciones sociales. Los asuntos que no tienen relación con la libertad, la igualdad y la democracia no son básicamente asunto de la política. Sin embargo, lo contrario es una preocupación fundamental para la política: los intereses vitales de la sociedad, según Öcalan, incluyen la supervivencia, la seguridad, la alimentación y la libertad, la igualdad y la democracia que impiden el poder y el Estado.
La política y el Estado, dice Öcalan, no son por tanto la misma cosa, sino que se contradicen entre sí. La política se estrecha y debilita cuanto más se expande e intensifica el Estado. La definición de Öcalan de la política se aproxima a la de Hannah Arendt, que escribió en su ensayo “Libertad y política” “El propósito de la política es la libertad”. Para Öcalan, la política es el arte de la libertad, y la política democrática es la verdadera escuela en la que se aprende y se vive la libertad. Por mucho que la política social produzca libertad, el poder y el Estado son ámbitos en los que la libertad desaparece.
Poder y política
En las obras de Öcalan, la definición de los términos adquiere un significado central. Según él, sin la definición de los términos fundamentales, existe el peligro de ahogarse en un mar de innumerables fenómenos individuales. Aquí reina una gran confusión de términos en las ciencias sociales, especialmente en el entramado de relaciones entre poder, liderazgo y política. Estos términos se utilizan como si fueran idénticos y pueden citarse como una de las razones de la desorientación en las ciencias sociales del presente. Por ejemplo, cualquier actividad (militarista) de un sistema gobernante se llama política y la participación política de los ciudadanos se reduce a las elecciones que se celebran cada cuatro años. “Cuando pienso en los términos guerra, conflicto y explotación, que casi se identifican con la política, me siento bastante incómodo”, escribe Öcalan en este contexto.
La reinterpretación de Öcalan del concepto de política en el contexto de la libertad y la igualdad contrapone la política y el poder como dos polos diametrales. Según él, la política debe comenzar primero como resistencia contra el poder, que se basa en la explotación y la opresión de los demás. Dado que el poder busca conquistar y colonizar a cada unidad social e individuo, la política debe buscar ganar y liberar a cada unidad e individuo. Dado que toda relación, unitaria o individual, está relacionada con el poder, también es política en el sentido contrario. Dado que las redes de poder están en todas partes, la política también debe resistir en todas partes. Puesto que el poder se basa en cada unidad social y en cada individuo, la política también debe basarse en cada unidad y en cada individuo. Öcalan define cualquier “comunidad antimonopolista” como una unidad: “Toda comunidad -desde la nación democrática hasta la asociación de un pueblo, desde una confederación internacional hasta el distrito de una ciudad- es una unidad. Todo órgano de gobierno, tribal o urbano, local o nacional, es una unidad. Puede haber unidades de dos personas, incluso de una sola, hasta unidades que representan a miles de millones de personas”.
La política desde una perspectiva histórica
Öcalan deriva su concepto de política de la historia. Según él, a lo largo de la historia de la civilización, la tendencia dominante no ha sido el sometimiento, sino la resistencia. Entre otras cosas, en su perspectiva histórica, cita numerosos ejemplos de ciudades politizadas que resistieron a las fuerzas de la civilización capitalista, haciendo retroceder el papel de la política. Por ejemplo, considera que la razón de la gloria de Atenas y Roma en la antigüedad es su respectiva fuerza política. Presenta a Babilonia, Cartago y Palmira como ejemplos de la independencia y autonomía de una ciudad. Para no caer bajo el yugo de potencias y estados más grandes de los alrededores, dice Öcalan, estas ciudades llevaron a cabo con habilidad y maestría una política de independencia y autonomía. Öcalan también menciona la resistencia de las autonomías urbanas en la Edad Media, escribiendo: “Estamos prácticamente ante un cielo estrellado lleno de ciudades que resistieron a grandes imperios”. Este hilo de la autonomía urbana resistente se extiende hasta el triunfo del Estado-nación centralista en el siglo XIX.
Un aspecto central de la interpretación de la política es el reconocimiento de que la historia continúa en el presente. Así, la conclusión central de la retrospección histórica es que ha habido una continuidad de la política de autonomía local y regional en la historia y que la historia de esta tradición democrática-confederal incluso prevalece. Para Öcalan, no hay ningún lugar en el que la resistencia, es decir, la política, no haya tenido lugar.
La política como comportamiento moral cotidiano
En el pensamiento de Öcalan, la política también tiene una dimensión moral. El papel fundamental de la moral, según él, es proporcionar a la sociedad las normas que necesita para seguir existiendo y sobrevivir, y darle la capacidad de aplicarlas. El papel de la política, por otra parte, es proporcionar las reglas morales necesarias para la sociedad y también discutir y seleccionar constantemente los medios y métodos para satisfacer las necesidades materiales y espirituales básicas de la sociedad.
Así como en la perspectiva histórica la civilización ha hecho retroceder el papel de la política, dice Öcalan, en todas las sociedades civilizadas se ha restringido la esfera de la moral social y se ha ampliado constantemente la parte del derecho. Al igual que la capacidad política de la sociedad ha sido impedida y sustituida por la administración y la burocratización, lo mismo se ha hecho con el derecho frente a la capacidad moral por parte del Estado y el poder. Pero, sin embargo, para Öcalan, no es el sistema jurídico del Estado el que sostiene a la sociedad, sino el elemento moral. Así, argumenta, la moral es crucial para la defensa y organización de la sociedad, además de la política democrática. La política, en este sentido, es para Öcalan “la educación diaria y el comportamiento moral diario”.
Autodefensa
La política democrática, sostiene Öcalan, significa por tanto la existencia de un ambiente democrático y su responsabilidad es desarrollar continuamente la sociedad moral y política. Junto con la política democrática, Öcalan considera la autodefensa como el núcleo de la política contemporánea. Dice que la autodefensa protege a la sociedad contra los ataques del poder a su existencia, libertad y estructura igualitaria y democrática. En cierto sentido, puede llamarse la política de seguridad de la sociedad moral y política. Sin embargo, la autodefensa no se limita a los ataques externos, como la militarización del Estado-nación o la explotación por parte de diversos monopolios de poder.
Öcalan llama la atención sobre el hecho de que las contradicciones y tensiones pueden surgir en cualquier momento incluso en las estructuras internas de la sociedad: “Hoy nos enfrentamos a una realidad que impregna todos los poros de la sociedad, no sólo desde fuera sino también desde dentro”. En este sentido, argumenta, el sexismo social es una de las armas más comunes contra la sociedad moral y política, uno de los instrumentos ideológicos que extienden el poder y la explotación a todos los poros de la sociedad. Por ello, Öcalan considera que el movimiento democrático de libertad e igualdad de las mujeres tiene un papel principal en la solución de los problemas de la sociedad. Por lo tanto, la política democrática sólo es posible con la completa libertad e igualdad de las mujeres, el derecho a la completa autodeterminación y la libre expresión de la voluntad en todos los asuntos relacionados con el género.
Feminización de la política
Frente a los instrumentos ideológicos, como la ideología del sexismo social o el patriarcado, las mujeres pueden lograr así una victoria en el campo ideológico mediante la autodefensa o una ideología de liberación de la mujer. Esto se debe a que el sexismo social asedia literalmente las sociedades y las relaciones interpersonales, de modo que la violencia patriarcal cotidiana en sus diversas formas se considera y se acepta como normal. Öcalan señala que la libertad y la igualdad sociales generales no tienen por qué significar siempre libertad e igualdad para las mujeres. Por lo tanto, la fórmula que considera verdadera es que el grado de libertad para las mujeres también define el grado de libertad en la sociedad (6). La organización específica, es decir, la creación de objetivos y organizaciones democráticas específicas de mujeres, se considera un requisito previo para ello. En el contexto de la política, Öcalan escribe aquí: “Cuando la liberación de la mujer aborda la esfera política, debe saber que allí se enfrenta a la lucha más dura. Sin el conocimiento de que la victoria en la esfera política es posible, ningún logro puede durar. Ganar en la esfera política no significa que el movimiento de mujeres tenga como objetivo un Estado. Al contrario, en la lucha contra las estructuras jerárquicas y etatistas, significa crear estructuras políticas que no estén fijadas por el Estado. Significa luchar por una sociedad democrática-ecológica, así como por la liberación de los sexos”.
Así, el movimiento por la libertad de las mujeres tiene un papel destacado en la política democrática para el desarrollo de estructuras políticas no estatales. Por lo tanto, una organización democrática de mujeres incluye todas las estructuras de la sociedad civil, el ámbito de los derechos humanos, así como los gobiernos locales. Un mecanismo propuesto por Öcalan en este contexto es el sistema de copresidencias, que, según él, debe aplicarse en los gobiernos locales y en los partidos políticos. En esta “feminización de la política” (7) más allá de la creciente presencia de las mujeres en los procesos de toma de decisiones, se cambia la forma de practicar la política. El objetivo es romper los patrones masculinos que premian comportamientos como la competitividad, la urgencia, la jerarquía o la homogeneidad. La política feminizada busca, en cambio, enfatizar la importancia de lo pequeño, lo interconectado, lo cotidiano, cuestionando la separación artificial entre lo privado y lo político.
La construcción de un sistema alternativo como tarea de la política democrática
Así pues, si nos preguntamos con Öcalan qué es la política democrática, también se trata de la cuestión de qué estructuras e instituciones de participación y cocreación son necesarias para poder volver a ser actores. Öcalan también define la política democrática como una totalidad institucional. La práctica de la política democrática no podría desarrollarse si no existieran numerosas institucionalizaciones y actividades como partidos, grupos, consejos, organizaciones no gubernamentales, medios de comunicación, mítines, etc. Para tratar con respeto todas las diferencias de la sociedad y centrarse en la igualdad y la creación de consenso, también es necesario un trabajo continuo de educación social.
En la nueva interpretación del concepto de política, la tarea central de la política democrática es la construcción de un sistema alternativo. En palabras de Öcalan, “la política democrática es la forma de construir el confederalismo democrático”. Mientras el capitalismo intenta preservar su poder dentro de la crisis global reconstruyendo el Estado-nación, la tarea de las fuerzas de la modernidad democrática es construir un sistema confederal democrático que tenga como objetivo defender y desarrollar la sociedad moral y política. En este sentido, la política democrática ofrece a cada parte e identidad de la sociedad la oportunidad de expresarse y convertirse en una fuerza política. Cada comunidad, etnia, cultura, comunidad religiosa, movimiento intelectual, unidad económica, etc., puede estructurarse y expresarse autónomamente como entidad política.
Si consideramos que para Öcalan la política ha sufrido la mayor pérdida en el sistema mundial capitalista y que hoy asistimos a una decadencia política de proporciones sin parangón, entonces el confederalismo democrático es el medio central para repolitizar la sociedad. Mientras que la modernidad capitalista se administra siempre a través de instrucciones, la modernidad democrática gobierna haciendo realmente política a través de la discusión y el consenso.
La redefinición de la política democrática en la era Post-Coronavirus
De forma similar a la visión del filósofo Han sobre la sociedad contemporánea bajo las condiciones de un estado de guerra permanente, Öcalan ve el carácter del Estado y del poder como una “jaula de hierro” en la que la sociedad está presa. En consecuencia, la forma en que las cosas continúen “después de coronavirus” depende también de la medida en que la política democrática pueda imponerse frente al poder y al Estado. Es precisamente en este “annus horribilis”, el periodo de coronavirus marcado por el peligro y la inseguridad, cuando el Estado se presenta como el único ayudante, lo que a su vez, como hemos explicado anteriormente, puede tener consecuencias fatales. Pues alberga el peligro de que el estado de excepción pueda ser declarado como el estado normal. La única prevención contra esto es el desarrollo constante de la política democrática. En este contexto, Öcalan no se contenta con hacer un mero balance de la situación; con su reinterpretación de la política democrática, aboga por un cambio paradigmático de la propia política. No debemos dejar nuestras tareas políticas en manos de quienes destruyen la pluralidad de la política, abusan de ella para obtener su poder y la han convertido en una profesión para poder vivir de ella. Y como escribe Hannah Arendt, no se puede hablar de libertad sin hablar siempre de política. Porque la libertad es sinónimo de política democrática, de acción política en público.
(1) https://www.efe.com/efe/english/destacada/byung-chul-han-covid-19-has-reduced-us-to-a-society-of-survival/50000261-4244328
(2) https://www.freitag.de/autoren/elisvoss/corona-und-linke-kritik-un-faehigkeit
(3) Corona nimmt's, der Staat gibt's - Spiegel.de
(4) Politologe: "Corona war für Merkel der Game Changer"
(5) En este tercer volumen de su Manifiesto de la Civilización Democrática, Öcalan expone un método para resolver los problemas más acuciantes del siglo XXI. El libro fue traducido al inglés en 2020.
(6) “En general, se puede plantear la tesis El progreso social tiene lugar de acuerdo con el progreso en la liberación de la mujer, y el declive del orden social tiene lugar de acuerdo con el declive de la libertad de la mujer. La extensión de la prerrogativa de la mujer es el principio general de todo progreso social.” Charles Fourier: La libertad en el amor. Marx, a quien se atribuye a menudo esta formulación, se limita a citar a Fourier. Murray Bookchin lo señala en su obra principal, `La ecología de la libertad`, a la que se refiere el título de este volumen.
(7) Der Kommunalismus und die Feminisierung der Politik. Eine andere Art es zu tun - Laura Roth und Kate Shea Baird