Por un nuevo internacionalismo de mujeres: confederalismo democrático mundial de las mujeres

El confederalismo democrático mundial de las mujeres representa una forma de construir un sistema político de mujeres de todo el mundo, con el objetivo principal de encontrar soluciones a todos los problemas que afectan a las mujeres mediante el fortalecimiento colectivo de su poder de pensamiento, determinación y acción.

El movimiento de liberación de las mujeres kurdas ha presentado por primera vez su propuesta para un confederalismo democrático de las mujeres el octubre pasado en la Conferencia Internacional de Mujeres de Frankfurt, organizada por la red “Mujeres tejiendo el futuro” con el título “Revolución haciendo”. En su declaración de cinco páginas para el 8 de marzo de este año, el KJK (Komalên Jinên Kurdistan, Comunidades de Mujeres de Kurdistán) lanzó el siguiente llamamiento a las mujeres de la tierra: “El primer principio de la lucha para la liberación de las mujeres es la organización. La libertad no es posible sin organización. Es necesario transformar la protesta en una organización permanente. Las condiciones de este primer cuarto del siglo XXI y la actitud de las mujeres hacen que la lucha para la libertad sea un desafío posible. Por lo tanto, debemos llevar nuestra lucha a un nivel superior. Debemos organizar nuestra oposición y organizar nuestra lucha contra el sistema antidemocrático, dictatorial y gobernante. Porque si nuestras luchas no están integradas en algo que las estructure, no podemos transformar suficientemente. Sin embargo, ha llegado el momento de hacer realidad la revolución de las mujeres y convertir el siglo XXI en una época de libertad para las mujeres. Las condiciones están más maduras que nunca. Como movimiento de libertad de las mujeres kurdas, proponemos el nombre de confederalismo mundial de las mujeres para unir las luchas mundiales de las mujeres. El objetivo del confederalismo mundial de las mujeres es mejorar la unidad de la lucha de las mujeres preservando la autonomía. Como organizaciones y movimientos de mujeres, deberíamos ser capaces de desarrollar actitudes comunes, superar divisiones, definir estrategias y tácticas de lucha comunes, y de hecho cooperar y construir mecanismos comunes. Necesitamos debatir y definir conjuntamente los principios básicos y los principios de organización necesarios. El contrato social, que proclamamos como movimiento en 2002 y en el que estamos trabajando nuevamente y que pronto compartiremos con vosotras, puede proporcionar un marco fundamental en este sentido”.

El confederalismo democrático mundial de las mujeres todavía no constituye un concepto o un programa desarrollado completamente. Más bien, estamos en un proceso de discusión que se ha inspirado, entre otras cosas, en a) los desarrollos de los últimos años en Kurdistán, especialmente el proceso revolucionario en Rojava, y la mayor participación de las internacionalistas en este proceso, así como las reflexiones entorno a la lucha de Kurdistán des de otras partes del mundo y b) el carácter de nuestra época, los efectos sobre las mujeres y, en este contexto, las posibilidades y la necesidad histórica de llevar a cabo la revolución de las mujeres. Además, existen desarrollos internos del movimiento de liberación de mujeres de Kurdistán a nivel ideológico, organizativo, estructural, político y social a tener en cuenta, como la Jineolojî, la copresidencia y la organización confederal del movimiento de mujeres. Por ejemplo, la organización paraguas más grande de mujeres kurdas pasó de llamarse KJB (Koma Jinên Bilind – Alto Consejo de Mujeres) a KJK (Komalên Jinên Kurdistanê – Comunidades de mujeres de Kurdistán) en su asamblea general extraordinaria en la primavera de 2014. No se trató solo de un cambio de nombre, sino de una reestructuración según el confederalismo democrático conceptualizado por Abdullah Öcalan. En consecuencia, el KJK no es solo la organización paraguas más grande del movimiento de mujeres kurdas, sino también una estructura confederal. Dicho de otro modo, se organiza de manera confederal.

Aprendiendo sobre la democracia

El Confederalismo Democrático es un proyecto político sustentado en una democracia de base transnacional con una crítica fundamental hacia el estado nación. El confederalismo democrático es, por lo tanto, la alternativa política de la modernidad democrática al estado-nación de la modernidad capitalista. Öcalan describe su función y papel en el tercer volumen (“Sociología de la libertad”) de su Manifiesto de la Civilización Democrática de cinco volúmenes, traducido de forma libre, de la siguiente manera: “El confederalismo democrático es la forma política fundamental de la modernidad democrática. Desarrolla un papel esencial en el trabajo de reconstrucción y es el instrumento de política democrática más apropiado para lograr soluciones. El Confederalismo Democrático presenta la alternativa de la nación democrática como el principal instrumento para resolver problemas étnicos, religiosos, urbanos, locales, regionales y nacionales; problemas que tienen como punto de partida el modelo social fascista monolítico, homogéneo y monocromático de la modernidad capitalista creado por la nación estado. En la nación democrática, cada etnia, cada religión, cada ciudad, cada realidad local, regional y nacional tiene derecho a participar con su propia identidad y estructura federal democrática”.

Además, el confederalismo democrático como estructura es funcional porque ayuda a desmantelar el poder y la dominación y a aprender sobre la democracia. Se producen convergencias entre direcciones verticales y horizontales. E innumerables entidades forman una unidad organizativa, manteniendo al mismo tiempo su autonomía interna. Es decir, no están organizadas jerárquicamente, sino que representan una pirámide invertida en la dimensión vertical y, horizontalmente, se organizan junto con otras entidades a nivel geográfico o por tipo de contenido. En la práctica, esto significa, por ejemplo, que un grupo de ecología local se organiza de manera confederada con grupos de ecología de otros lugares, que están abarcados por una estructura confederal, pero al mismo tiempo también se organiza a nivel local en consejos con grupos de mujeres, municipalidades y cooperativas, escuelas primarias, grupos de jóvenes, etc. Esta práctica de autodeterminación y autoadministración sirve para fortalecer la política democrática, que Öcalan ve como una unidad de pensamiento colectivo, discusión y toma de decisiones. Para él, la política es lo opuesto a la administración estatal. Según Öcalan, el estado es la negación de la sociedad política. Y la política es el centro de la búsqueda de soluciones a los problemas sociales. En este sentido, la democracia, por un lado, requiere la sociedad política para existir. Por otro lado, la sociedad política es la sociedad que ejerce su libertad al ganar poder de pensamiento, determinación y acción en aspectos esenciales de la vida. Las sociedades que no se politizan dentro de este marco no pueden forjar su destino ni determinarse a sí mismas ni democratizarse. Por lo tanto, existe un vínculo inseparable entre política, libertad y democracia; solo pueden existir conjuntamente.

Sobre la base de esta definición, el confederalismo democrático mundial de las mujeres representa una forma de construir un sistema político de mujeres de todo el mundo, con el objetivo principal de encontrar soluciones a todos los problemas que afectan a las mujeres mediante el fortalecimiento colectivo de su poder de pensamiento, determinación y acción. Esto significa que el confederalismo mundial de las mujeres sería una estructura política en la cual las mujeres organizadas reflexionarían juntas sobre los ataques patriarcales y las posibilidades para lograr la liberación de las mujeres; participarían en la producción teórico-intelectual; harían análisis; encontrarían soluciones, y tomarían e implementarían decisiones conjuntas. No se trata de formar una nueva organización paraguas común o una organización internacional de mujeres. Lo que se necesita es una democracia transnacional de base de las mujeres, basada en un equilibrio perfecto entre lo local y lo global, así como también entre la parte y lo universal. Por lo tanto, no se trata propiamente de una red, una federación o una unión, por ejemplo. Pero tampoco sería solo una entidad suelta que se reúne de vez en cuando, discute y diverge nuevamente. Al contrario, necesitamos un mecanismo por el cual el potencial intelectual y práctico de las mujeres de todo el mundo pueda tomar una forma concreta a nivel global y pueda surgir así una fuerza contraria efectiva al patriarcado. Al hacerlo, debemos ir más allá de todo lo que ha existido hasta ahora, porque estamos en una fase histórica. Nunca antes en la historia de 5.000 años de Patriarcado la lucha para la liberación de las mujeres ha adquirido un carácter tan estratégico, ni la posibilidad de realizar la revolución de las mujeres ha sido tan grande.

Estamos en un momento en que el dilema entre luz y oscuridad, justicia e injusticia, liberación y esclavitud es especialmente evidente en la explotación de las mujeres, pero también en la insistencia creciente por su libertad. Por esto ningún siglo ha sido tan favorable como el XXI para la consecución de la libertad de las mujeres.

La relación con el internacionalismo en el siglo XXI es el otro eje de la idea del confederalismo femenino. El movimiento de liberación de las mujeres en Kurdistán ha sido internacionalista desde sus inicios, porque es socialista. Así mismo, el movimiento de liberación kurdo bajo el liderazgo del PKK también lo es. Ya su declaración fundacional de 1978 terminó con las palabras “Viva la independencia y el internacionalismo proletario”. En sus análisis político-ideológicos de finales de los ochenta y principios de los noventa, Abdullah Öcalan se ocupó cada vez más del socialismo y, en este contexto, también del internacionalismo (proletario), al que denomina como el principio fundamental. En un análisis [1] de enero de 1990, describe la dialéctica del internacionalismo en el PKK de la siguiente manera: “A medida que avanzamos en la revolución kurda como movimiento de liberación nacional, le agregamos el contenido internacionalista más esencial. Hacemos, por un lado, de nuestra propia revolución un pilar de la revolución de Turquía y, por el otro, un pilar estable para desarrollos de liberación nacional y democrática en el Medio Oriente. Mantenemos una posición desde la cual la revolución democrática y el socialismo en Turquía pueden fortalecerse, y al mismo tiempo somos un apoyo que da fuerza a una multitud de desarrollos democráticos y nacionales de los pueblos más pequeños. ¿Qué significa esto? Que proporcionamos una respuesta significativa, dentro de nuestro marco, a los desarrollos democráticos y al socialismo en el mundo. En este contexto, el socialismo llevado a cabo en el PKK es la mejor respuesta a los esfuerzos de auto renovación del socialismo”.

La cuestión de un nuevo internacionalismo no es nueva

A partir de la década de 1990, Öcalan se preocupó cada vez más por las razones del fin del socialismo real, lo que luego condujo a un cambio de paradigma en el PKK con el cambio de siglo. Al hacerlo, siempre incluyó la idea y la práctica del internacionalismo. Por ejemplo, en un análisis del 1 de mayo de 1993 [2] aborda los callejones sin salida con los que se enfrenta el socialismo a finales del siglo XX. En su opinión, uno de los principales problemas es que las preguntas más importantes de nuestro tiempo todavía se están examinando a partir de análisis del siglo XIX. Sin embargo, la comprensión de la clase debe cambiarse porque la clase trabajadora tal como está definida por el Manifiesto Comunista, por ejemplo, ya no existe y el capitalismo ya no tiene suficiente con la explotación de una clase en sentido estricto. Esta era ha terminado. Por supuesto, este tipo de explotación todavía existe, pero hoy lo abarca todo porque toda la sociedad está atrapada. El capitalismo ha desarrollado métodos de saqueo y opresión que no pueden compararse con los del siglo XIX. En el mismo análisis, Öcalan propone una nueva Internacional y declara necesaria una reconceptualización de la ideología socialista. En el siguiente paso, la ideología socialista debería tomar la forma de un programa y luego reorganizarse y actuar.

La cuestión de un nuevo internacionalismo no es nueva. Muchos pensadores socialistas han abordado esta cuestión en los últimos 20-30 años. Esto incluye a Murray Bookchin, quien en 1993 escribió un ensayo titulado “Un nuevo internacionalismo”: “Desde la perspectiva que tenemos a finales del siglo XX, ciertamente debemos exigir más de lo que exigió el internacionalismo en el siglo XIX”. Necesitamos construir una moral de mutualidad en la que las diferencias culturales de todas partes sirvan para avanzar en la unidad de la humanidad; en resumen, un nuevo mosaico de culturas vibrantes que enriquezcan las relaciones de las personas y apoyen su progreso, en lugar de fragmentarlas y dividirlas en nuevas ‘nacionalidades’ y en un número creciente de estados-nación”.

Para el movimiento de mujeres kurdas, la cuestión de un nuevo internacionalismo en el siglo XXI está muy relacionado con el carácter de nuestra época desde la perspectiva de las mujeres. En este sentido, la cuestión de las mujeres si sitúa cada vez más en un primer plano como el principal conflicto social en este primer cuarto del siglo XXI. Abdullah Öcalan declaró en el Día Mundial de la Mujer de 1998: “Así como el siglo XIX fue la era de los partidos burgueses y el siglo XX la de los partidos obreros, el siglo XXI será la era de los partidos que ponen la cuestión de las mujeres en su centro. Ahora vemos cada vez más claro como de acertadas eran las palabras de Öcalan pronunciadas a finales del siglo XX. Lo vemos no solo en los desarrollos puestos en marcha en Kurdistán con el papel principal del movimiento de mujeres (como la autodefensa de las mujeres y la lucha contra el Estado Islámico, la igualdad de participación y representación en el campo político o el principio de copresidencia), sino también en la creciente lucha de las mujeres por la libertad, la igualdad, la justicia, la dignidad y la paz en todo el mundo. Quizás nunca antes tantas mujeres hayan salido a las calles por sus derechos como hoy. Quizás nunca antes en la historia tantas mujeres hayan expresado abiertamente su rechazo al sistema patriarcal capitalista gobernante. Esta lucha se encuentra especialmente en una fase de fortalecimiento en el Norte global, donde perdió muchas organizaciones de mujeres en el curso de la liberalización de los años 90. Las huelgas de mujeres de este año en Europa y, por ejemplo, las marchas de mujeres en los EE.UU., así como campañas como #MeToo o #TimesUp, son prueba de ello. Entre las mujeres del mundo, la conciencia de género se está fortaleciendo a medida que aumenta el potencial de conflicto. Esto abre nuevas posibilidades para la consecución de la liberación de las mujeres. Al mismo tiempo, como movimientos organizados de mujeres, nos enfrentamos a una gran responsabilidad que surge de una necesidad histórica. En este sentido, el movimiento de mujeres kurdas está convencido de que el siglo XXI será el siglo de la revolución femenina. Este proceso ya ha empezado, como se puede ver claramente en Rojava. Pero el sistema patriarcal intenta por todos los medios detener este proceso histórico. La concentración de ataques misóginos en todo el mundo así lo atestigua. Por esto es imperativo que las mujeres de todo el mundo luchen juntas y aúnan su fuerza colectiva. Porque solo juntas podemos librar una lucha efectiva contra el patriarcado y, por lo tanto, contra todas las formas de explotación y opresión. El sistema mundial hegemónico está fuertemente organizado. Para superarlo, debemos, por lo tanto, organizarnos al menos de una forma igual de fuerte, si no más fuerte.

Luchando realmente juntas

¿Cómo podemos organizar a las mujeres como potenciales sujetos principales de la revolución del siglo XXI? En las últimas décadas ha habido muchos intentos de formar redes de organizaciones de mujeres a través de las cuales organizar y llevar a cabo la lucha común. Sin embargo, vemos que los resultados no se corresponden con las demandas y necesidades de nuestro tiempo. Quizás esto se deba al hecho de que no se han realizado suficientes análisis en profundidad de los obstáculos con los que nos enfrentamos. ¿Qué nos impide organizarnos y luchar juntas? ¿Qué política, social, cultural, ideológica, práctica, financiera, etc. nos lo impide? Existen obstáculos y ¿cómo podemos eliminarlos? No se trata de puntos insignificantes. El confederalismo democrático también podría ser una posible solución en este sentido, ya que se basa en un equilibrio óptimo entre lo local y lo global y al mismo tiempo promueve una política democrática como estructura. Esto es necesario, en definitiva, de forma urgente para las luchas conjuntas. Porque solo si es posible superar el poder interno y las relaciones y jerarquías de dominación se puede avanzar en la lucha común.

Un pilar fundamental del principio del internacionalismo es la solidaridad internacional. Según la definición marxista, la solidaridad internacional también se trata de apoyo mutuo. La importancia del apoyo mutuo entre los movimientos revolucionarios, los movimientos de liberación de las mujeres, los partidos socialistas de izquierda, las organizaciones anticapitalistas, los movimientos de liberación de las personas, etc., es indiscutible. Pero también creemos que tenemos que hacer mayores avances hacia una lucha común. Por supuesto, el apoyo mutuo en el marco de la solidaridad internacional es necesario y urgente. Pero no es suficiente. Más bien, debemos encontrar formas de luchar juntas y defendernos mutuamente. El apoyo es una cosa, la defensa es otra. La defensa va un paso más allá, es de naturaleza más radical. Cuando se trata de apoyar estamos una al lado de la otra. En cambio, cuando defiendo a alguien, me pongo entre ella y el atacante si es necesario. Esta es una cualidad diferente. Y es por ello que creemos que una reevaluación del principio y del concepto de solidaridad internacional también es necesaria para las mujeres. El confederalismo democrático mundial de las mujeres también representa esto.

Nos enfrentamos a circunstancias y a necesidades cambiantes. Y por ello reconocemos que debemos ir un paso más allá para satisfacer estas demandas y así cambiar nuestra era. Creemos firmemente que estamos en un momento histórico y que solo nosotras, como mujeres, podemos poner en marcha una revolución que pueda combatir todas las formas de explotación y de opresión de forma eficaz. El problema de las mujeres está en el centro de todos los problemas sociales. Esta realidad está siendo cada día más reconocida. Cada vez se está fortaleciendo más en todo el mundo la conciencia de género y de clase de las mujeres. Debemos aprovechar esta gran oportunidad para hacer la revolución de las mujeres. Pero para esto también tenemos que encontrar formas de organización y resistencia conjuntas. Como movimiento de liberación de mujeres del Kurdistán, nos gustaría cumplir con nuestro papel y responsabilidad tratando de poner nuestras experiencias ideológicas, teóricas, políticas y prácticas al servicio de todas nuestras hermanas. Por lo tanto, proponemos la idea de un confederalismo democrático mundial de las mujeres como solución y como una forma de lucha común efectiva, radical y democrática de las mujeres de todo el mundo contra el patriarcado. Queremos abrir, en la medida de lo posible, esta discusión que hemos empezado internamente. Porque esto también es de gran importancia: que debatamos, encontremos soluciones, tomemos decisiones y actuemos juntas. Solo entonces podremos realmente luchar juntas.


(1) “Gerçekleşen Sosyalizmin Dönüm Noktasında Yeni Sosyalizm Arayışları Gelişir”

(2) Sosyalizmde Israr İnsan Olmakta Isrardır, Weşanên Serxwebûn, 1998