Mexmûr (Makhmour), ubicado en el triángulo entre Mosul, Kerkûk y Hewler en el norte de Irak/sur de Kurdistán, es un lugar donde encontraron refugio más de 10.000 kurdos del sureste de Turquía/norte de Kurdistán, especialmente de la región de Botan. Estas personas, que huyeron de la guerra del estado turco a principios de los 90, permanecieron en diferentes campamentos temporalmente antes de llegar al campamento de Mexmûr hace 20 años, el cual se supone que está protegido formalmente por las Naciones Unidas y el gobierno iraquí. Hace 20 años, este lugar no era más que un pedazo de desierto, sin árboles, plantas ni acceso a agua limpia. Casi todas las personas del campamento afirman que al principio no había más que escorpiones y serpientes en el desierto y que mucha gente, entre ellos niños y niñas, habían muerto a causa de las condiciones de vida. Aunque se supone que el campamento cuenta con la protección de las instituciones nacionales e internacionales, en lo que se refiere a la construcción de los cimientos para la vida, es la propia gente de Mexmûr y su espíritu, confianza y poder que construyeron todas las casas, escuelas, academias, cooperativas, hospitales e instituciones para el pueblo. Muchos de los que vinieron aquí de niños y niñas en ese entonces, ahora son trabajadoras, madres, maestras y pensadoras que mantienen unidas a la sociedad y a la vida. Como grupo de activistas de Europa, visitamos el campamento en el verano de 2018.
Pocas veces se puede ver un lugar donde la realidad del pueblo kurdo se refleje tan bien como en Mexmûr. El campamento cuenta la historia de la guerra y la resistencia en Kurdistán del Norte por un lado, y las luchas y rebeliones de Kurdistán del Sur y Kurdistán Occidental (Rojava) en los últimos años, por el otro. El pueblo de Mexmûr ha visto la guerra y la opresión provocadas por el estado turco, además de haber sido parte activa de la resistencia del pueblo kurdo contra este en los años 90. Mientras que sus aldeas fueron destruidas por el estado, porque se negaron a colaborar con este contra la guerrilla, la gente de Botan lideró levantamientos populares (serhildan). Han sufrido ataques del ISIS/Daesh en 2014 y respondieron con el legado de la autodefensa física y mental organizada de los pueblos y el movimiento de libertad kurdo en todo el Kurdistán. Ahora, su estructura social, política y económica representa una respuesta y una solución a las crisis provocadas por el colonialismo, el capitalismo, el nacionalismo y el patriarcado. Como expresó una mujer de la asamblea de mujeres: “Este campamento existe porque la gente aquí rechaza el sistema capitalista y de estado-nación. Esta es la razón por la que fuimos expulsados de nuestros hogares. Y por eso aquí nadie decide en contra de nuestro sistema ni decide irse del campo, porque ya tomaron su posición en contra del sistema capitalista hace 25 años”.
Los sistemas que oprimieron a los kurdos en todas partes de Kurdistán durante muchas décadas, entre otras cosas, se basan en la idea de la dependencia de las personas respecto de una instancia superior, un estado. La única respuesta radical posible contra ello es un sistema que esté desligado de cualquier presencia o intervención estatal, un sistema que sea en su mayor parte autogobernado por el pueblo y donde todos los pilares de la vida sean construidos y moldeados por la sociedad misma. Y para luchar contra un sistema que oprime a los jóvenes y a las mujeres en particular, también es fundamental que los jóvenes y las mujeres luchen y participen en el seno mismo de la resistencia. Esta realidad se nos hizo evidente tan pronto como llegamos al campamento.
A solo unos pasos del lugar en el que nos alojamos estaba el centro juvenil. En nuestra primera noche nos invitaron allí a un evento de cultura y poesía organizado por la juventud de Mexmûr. Las personas en el campamento enfatizaron repetidamente que los jóvenes, especialmente las mujeres jóvenes, eran increíblemente creativas, activas y talentosas en el ámbito de la literatura, las artes, la música y otras artesanías, a pesar de tener oportunidades limitadas. Cada espacio artístico y creativo estuvo lleno de la energía y el espíritu de la juventud. Lo sentimos cuando visitamos un estudio de arte, que estaba lleno de pinturas de los y las jóvenes de Mexmûr, que expresaban la realidad de la guerra, la rebelión, la naturaleza y las mujeres en Kurdistán. Sentimos la misma energía cuando las mujeres jóvenes nos mostraron sus bufandas y pulseras hechas a mano. Cuando les invitamos a venir por la noche, trajeron en pocas horas a decenas de amigos y amigas, bailando, tocando sus instrumentos y cantando canciones de resistencia con nosotros y nosotras. Al experimentar todo esto, se hizo mucho más evidente el papel de los jóvenes y las mujeres jóvenes como parte de un proceso transformador y revolucionario. Al mismo tiempo, uno también se da cuenta de lo que significa para los jóvenes crecer en la realidad del capitalismo, que, si bien pretende ser el centro de la libertad individual, no deja espacio para que las jóvenes desarrollen libremente todo su potencial en un entorno basado en el aislamiento, la dependencia dañina, la presión y la violencia. En todo caso, el sistema actual hace todo lo contrario: explota todo tipo de energía y acción creativa, ya que eventualmente podría convertirse en rebelión y potencialmente podría derribar la máscara del capitalismo. Nos hace perder una gran parte de nuestra capacidad de transformarnos a nosotros mismos y a la sociedad, así como una gran parte de nuestra capacidad incluso de creer que otra vida es posible y que todas podemos ser artífices de una revolución.
Otra fuerza impulsora del cambio es el movimiento de mujeres. Todas las mujeres del campamento están conectadas con la asamblea de mujeres, que lleva el nombre de la diosa mesopotámica Ishtar y fue fundada en 2003. Por lo que nos contaron sobre la historia del campamento, se podía ver que las mujeres construyeron la base de muchos de los logros de Mexmûr en los últimos 20 años. Además de su experiencia en la lucha contra las tradiciones sexistas y las falsas creencias, así como en la resistencia al nacionalismo del estado turco, otra parte notable de su resistencia es su conocimiento y conciencia de su propia historia. Volver a conectarse con la historia, especialmente como mujeres, es uno de los objetivos de Jineolojî, una ciencia radical de mujeres que critica la ciencia positivista y racionalista y, en cambio, crea una ciencia que analiza la historia oculta y la realidad de las mujeres y las sociedades resistentes. Jineolojî, una combinación del término kurdo para mujer, jin, y el término griego logos, significa ‘ciencia de las mujeres’ y se encuentra en el centro de la lucha teórica y científica del movimiento de mujeres kurdas, por ejemplo, en la academia de mujeres Martyr Jiyan en Mexmur. ‘Hace 5000 años, las mujeres se convirtieron en la primera colonia. Desde entonces, la realidad y la identidad de las mujeres han quedado sepultadas en la oscuridad. ¿Qué es esta oscuridad? Se trata de diferentes ideologías, como el sexismo o el fundamentalismo religioso. Lo que tratamos de hacer a través de Jineolojî es sacar a la luz la realidad de las mujeres”, cuenta una miembro de la asamblea de mujeres de Ishtar. La asamblea de mujeres de Ishtar no solo trabaja en el ámbito de la ciencia y la educación, sino que también tiene comités autónomos para la salud, la economía, los medios/prensa, la autodefensa, la cultura, la sociedad y otros. Con todos los comités y sus propias perspectivas como mujeres, se mantienen permanentemente en contacto con todas las mujeres del campamento, las comunas, la asamblea autónoma de mujeres jóvenes y la asamblea popular general de Mexmûr. Es un lugar donde las personas se mantienen constantemente conectadas, además de resolver y discutir problemas y cuestiones actuales de las comunas. La asamblea no debe entenderse como un mero espacio formal de organización social y política, sino como una socialidad orgánica. Al fin y al cabo, todas sus miembros son al mismo tiempo familia, amigas, vecinas y camaradas.
En las propias palabras de sus miembros, la asamblea de mujeres de Ishtar tiene como objetivo construir una “sociedad ético-política” basada en la liberación de todos los géneros. Teniendo en cuenta también las formas en que el capitalismo ha tratado de convertir a las personas en objetos pasivos y entumecidos, construir una sociedad ético-política implica volver a ser sujetos políticos activos, estar en movimiento, encarnar el flujo de cambio de una sociedad que se rebela, que rompe las cadenas de un sistema opresivo con 5000 años de historia. Esta realidad se podía percibir en el trabajo y esfuerzo de la juventud, en la asamblea de mujeres y en todas las instituciones.
Los profesores y profesoras que trabajan en las academias y escuelas hacen sus propios libros de texto e incluso enseñan materias como Jineolojî.
El hospital autónomo comenzó como una pequeña tienda de campaña hace 20 años y ahora brinda atención médica adecuada todos los días para toda la población del campamento. En un esfuerzo conjunto, el hospital y los comités de salud de Mexmûr ya iniciaron otros proyectos, como un centro para niños y niñas autistas.
Las cooperativas, que están en el centro del sistema económico del campamento, ofrecen sus víveres y mercancías sin estar orientadas al lucro, sino a cubrir únicamente las necesidades de las comunas. El comité de economía, que afirma que su objetivo es comunalizar la economía, está a punto de crear una economía donde nadie sea pobre o rico, donde nadie sea explotado y donde la naturaleza sea protegida y respetada.
La estructura social, educativa, política y económica de Mexmûr está autogobernada por el pueblo. ‘El sistema que tenemos aquí incluye a todas las personas para que nadie quede fuera. Todos pueden participar, desde una madre anciana hasta jóvenes y niños y niñas. Todos los grupos de la sociedad pueden participar en estos trabajos”, explica una mujer del comité de economía. A pesar de todas las dificultades, por ejemplo, con respecto a la electricidad, el agua, los recursos médicos y otros aspectos, la vida en Mexmûr sigue prosperando. Tiene sus raíces en las tierras donde alguna vez se adoraba a diosas como Ishtar, y ahora sigue creciendo con las experiencias de las personas que han sido testigos del levantamiento en Kurdistán en los años 90 y la resistencia histórica, especialmente de las mujeres, contra el fascismo, el nacionalismo y el patriarcado en las últimas décadas.
Si hay algo que los movimientos socialistas revolucionarios, feministas o anarquistas podrían aprender de Mexmûr, creo que es la idea de que no se puede cambiar el mundo sin revolucionar la relación entre uno mismo y la sociedad, lo que significa convertirse en parte activa de la dinámica social, no para alcanzar ‘el fin’, sino como una actitud básica, permanente y de resistencia frente al aislamiento que nos impone el capitalismo. Otra mujer de la asamblea de mujeres de Ishtar dijo que todas las mentalidades sexistas y capitalistas que llevamos dentro deben ser ‘vomitadas’ para dejar espacio a algo nuevo. Solo llenando este nuevo espacio con una lucha organizada, serán posibles una vida libre, comunas libres, una tierra floreciente y el amor y las artes revolucionarias que deseamos.