Trabajo de educación popular: ¡difundir y discutir el paradigma!
El trabajo de educación popular de la Academia de la Modernidad Democrática se orienta hacia el objetivo de: ¡repensar, reexaminar y construir nuevas instituciones! Para que las ciencias sociales contribuyan al desarrollo e implementación de alternativas sociales, políticas y económicas, deben liberarse de la dependencia material e ideológica del sistema y verse como parte de la resistencia contra la modernidad capitalista. Así como el cambio social es inconcebible sin construir la organización necesaria, la organización no es nada sin una base teórica coherente y sólida. Por lo tanto, es necesario intensificar la crítica de lo existente, pensar alternativas, educarnos y organizarnos.
Establecimiento de académias independientes
Para poder hacer un trabajo educativo autónomo, se requiere previamente el establecimiento de academias independientes. Su tarea es contribuir, según las necesidades sociales, al desarrollo de una sociedad basada en la democracia radical, la ecología y la liberación de la mujer. Todo trabajo científico debe ser realizado por y para la sociedad moral y política. Queremos proporcionar una plataforma para discutir los enfoques de los problemas locales, así como las contradicciones fundamentales del sistema imperante.
Conectar las fuerzas democráticas: ¡crear redes y aprender unas de otras!
Partiendo de la situación de las fuerzas democráticas, consideramos que conectar las luchas existentes y crear redes globales de intercambio y solidaridad es nuestra tarea estratégica. Mediante el intercambio de experiencias y el diálogo queremos crear un entendimiento mutuo y una conciencia colectiva. Al hacerlo, nuestro objetivo es superar las divisiones ideológicas y poner en primer plano nuestros valores e intereses compartidos. Queremos crear una conciencia de la interconexión histórica y global de todas las luchas contra la explotación y la opresión para ayudar a que nuestras luchas en todo el mundo adquieran una nueva fuerza. Solo la conexión del trabajo local con una perspectiva global puede abrir una salida a la crisis.
Concretar la alternativa: ¡construir el Confederalismo Mundial Democrático!
Para el desarrollo de la modernidad democrática y la superación de la capitalista se necesitan también estructuras institucionales locales y globales concretas. En este sentido, consideramos nuestras actividades como una contribución a la construcción del Confederalismo Mundial Democrático. Con la difusión de ideas, la elaboración de una base teórica y la movilización y trabajo en red de las potencialidades organizativas existentes, queremos allanar el camino para construir la Modernidad Democrática por medio de estructuras permanentes. Si logramos expandir la política democrática en la vida cotidiana –a través de alianzas, consejos, comunas, cooperativas, academias–, se desplegará el enorme poder político de la sociedad y se utilizará para resolver los problemas sociales.
“A través de la expansión de la política democrática y la construcción del Confederalismo Mundial Democrático, la imprescindible ofensiva del paradigma de la Modernidad Democrática tendrá éxito. Trabajemos juntxs para hacer realidad nuestras visiones y utopías. Otro mundo no solo es posible, sino que, dada la situación mundial, es muy necesario. Empecemos a construir juntxs en el presente nuestro mundo futuro, porque esperar más sería una locura.”
Visión
Modernidad capitalista en crisis
En este siglo XXI, la humanidad se encuentra sumida en una crisis sistémica sin precedentes. Ya sea la catástrofe ecológica, la escalada de las guerras, la crisis política de las democracias parlamentarias o el avance global del nacionalismo y el fascismo, todo ello son expresiones de la profunda crisis en la que la Modernidad Capitalista ha sumido a la humanidad y a la naturaleza.
El sistema capitalista, con su búsqueda ilimitada del máximo beneficio y la explotación despiadada de las personas y la naturaleza, continúa no solo atrapando a miles de millones de personas en la pobreza y la miseria, sino que hoy está en proceso de destruir nuestra base ecológica de la vida. El cambio climático, la sobreexplotación, el relegamiento de un modo de vida natural-social y la destrucción inexorable del hábitat, especialmente de los pueblos indígenas, son solo algunos indicios de un colapso a gran escala. El aislamiento social, la desintegración de las estructuras sociales y el traslado hacia la gente de las consecuencias de la crisis están provocando un recrudecimiento de la misma y el empobrecimiento acelerado de gran parte de la humanidad.
En lugar de desarrollar soluciones para los problemas más apremiantes de la humanidad, las ciencias sociales establecidas son incapaces de encontrar respuestas a las preguntas sociales y, con demasiada frecuencia, degeneran en un puntal del sistema imperante. Las ciencias sociales producen y reproducen ideologías y formas de pensar que configuran significativamente las condiciones sociales y la convivencia, así como nuestra cultura y forma de vida. Sin embargo, en lugar de buscar soluciones radicales y una salida a la crisis, el trabajo de las ciencias sociales ha contribuido en gran medida a la legitimación del patriarcado, el racismo y la explotación capitalista a través de sus teorías y de su metodología aplicada durante los dos últimos siglos.
Dado que los trabajos científicos dominantes están tanto teórica como metodológicamente entrelazados con el poder, y en muchos sentidos dependen del sistema dominante, existe una necesidad urgente de hacer una crítica radical a las ciencias sociales existentes, así como de impulsar nuevas metodologías e instituciones con una perspectiva diferente.
La crisis de las fuerzas democráticas
El sistema capitalista también está tratando en vano de encontrar una salida a su situación desesperada. No menos importante, el fracasado “capitalismo verde” ha puesto en evidencia que no puede haber solución alguna dentro de la lógica del sistema existente. Cualquier intento de reinventar el antiguo sistema tal vez pueda retrasar el colapso inminente, pero no puede guiar una salida a la crisis. En este sentido, lo que hace que esta esperanza de mejora con lo viejo sea peligrosa es que conlleva asociada una perpetuación del estado de crisis actual.
El crecimiento de nuevos movimientos feministas, ecologistas, anticoloniales y democráticos debe entenderse como una reacción a la crisis sistémica general. Pero su situación actual a nivel teórico y práctico genera dudas sobre su capacidad para construir una alternativa al sistema existente. Las fuerzas democráticas luchan por el poder entre sí mismas y están siendo cada vez más absorbidas por el sistema, o bien dejan intacta la esfera política y, por lo tanto, no pueden constituir una alternativa práctica. Para no caer bajo la influencia del neoliberalismo se necesita una oposición real al sistema y una renovación radical moral, política e intelectual.
Una salida a la crisis: la modernidad democrática
El asalto de la Modernidad Capitalista contra la sociedad hace que la alternativa de la Modernidad Democrática sea una necesidad apremiante. Para llevarla a cabo, podemos mirar hacia atrás a una rica herencia intelectual y académica de despertares revolucionarios, que van desde el socialismo utópico y científico, el anarquismo, la Escuela de Frankfurt, la filosofía francesa de la segunda mitad del siglo XX, las luchas de liberación anticolonial, hasta los despertares de la nueva izquierda, los movimientos feministas y ecologistas a partir de la década de 1970 y el surgimiento de escuelas de pensamiento posmodernas a partir de la década de 1990.
La perspectiva de la Modernidad Democrática, desarrollada por el Movimiento de Liberación del Kurdistán, también se basa, entre muchas otras, en estas experiencias y representa hoy una respuesta concreta al patriarcado capitalista imperante. El paradigma de la Modernidad Democrática, con sus tres pilares de democracia radical, liberación de la mujer y ecología, no es un concepto relevante solo para las sociedades de Kurdistán y Oriente Medio, sino también mucho más allá. La experiencia de la revolución en Kurdistán ha ayudado a las fuerzas democráticas y socialistas de todo el mundo a encontrar una nueva orientación e inspiración en el paradigma de la modernidad democrática.
Los éxitos de la autoorganización social en el confederalismo democrático han renovado la esperanza y la fe en la posibilidad de un mundo más allá del actual sistema capitalista. Basándonos en el hecho de que una solución solo puede ser posible a través del desarrollo de nuestro propio sistema como una alternativa a los tres pilares de la modernidad capitalista: capitalismo, industrialismo y estado nación, creemos que es hora de profundizar estas discusiones y tomar las medidas necesarias hacia la organización y la construcción. La Modernidad Democrática, basada en una sociedad democrática, una economía ecológica y el sistema político del Confederalismo Democrático, entendemos que es el contrasistema a construir.
La construcción de la Modernidad Democrática
La intensidad de la crisis de la Modernidad Capitalista aumenta notablemente para la población a nivel mundial y crece su rechazo. En estos momentos se está planteando y discutiendo en amplios círculos la cuestión de las alternativas. A partir de nuestro análisis de la situación política mundial, entendemos que crecen las resistencias globales y a su vez avanza la construcción de alternativas democráticas. En las protestas masivas y los levantamientos de los últimos años, en el despertar de un movimiento global de mujeres, en el movimiento juvenil por la justicia climática, en los movimientos de protesta contra el racismo y la supremacía blanca, y también en las huelgas masivas en la industria y la agricultura, especialmente en el Sur global, la Modernidad Democrática se hace tangible y el despertar global de la humanidad toma forma.
El viejo mundo y el nuevo mundo, la Modernidad Capitalista y la Modernidad Democrática, ya conviven y se entrelazan. Sin embargo, si bien la Modernidad Capitalista es un sistema altamente organizado y global, la alternativa permanece hasta día de hoy desorganizada, fragmentada y sin una propuesta estratégica y unificadora de organización común. Como Academia de la Modernidad Democrática, vemos nuestra tarea en la construcción de la Modernidad Democrática, en el trabajo educativo para crear una nueva comprensión de la política democrática, la sociedad iluminada y una nueva conciencia político-moral, que constituyen los cimientos de una sociedad libre.
Al mismo tiempo, consideramos la creación de nuevas redes y conexiones entre las fuerzas democráticas como un requisito fundamental previo para la construcción de la Modernidad Democrática. A través de la creación de foros y plataformas, queremos contribuir al fortalecimiento del intercambio internacional de experiencias y conectar las luchas existentes.