¿Puede la izquierda desarrollar su propia política en Oriente Medio?

Tenemos que encontrar soluciones para la crisis de Oriente Medio. El caos en la región continúa desde el colapso del Imperio Otomano hace un siglo. Desde la primer Guerra del Golfo en 1991, la región entre los estados del Magreb y Pakistán han estado en un estado de crisis aparentemente interminable. Fuera de Oriente Medio, particularmente en Europa, las consecuencias de estas guerras y crisis son sentidas en forma de olas de refugiados y migrantes, normalmente causas por la exportación de armas por los mismo países europeos a regímenes autoritarios y opresivos. Mientras tanto los medios de masas europeos y los eventos de discusiones políticas a menudo se relacionan con la situación de las personas, especialmente las minorías oprimidas, en países como Turquía, Siria o Iraq. Sin embargo, ¿Por qué no logramos desarrollar e implementar ideas que permitan la paz, la democracia y la libertad en Medio Oriente? La búsqueda de una respuesta a esta pregunta nos lleva necesariamente a reconocer autocríticas que nosotros, como fuerzas democráticas y progresistas de todo el mundo, debemos estar dispuestos a enfrentar. A pesar de la urgencia del estado del mundo, dejamos la política de Medio Oriente en manos de los representantes de los estados capitalistas occidentales en lugar de desarrollar una alternativa que se derive de nuestra propia fuerza y que se aleje claramente de las agendas imperialistas.

Aprendiendo a comprender al prójimo

Los valores humanos como la libertad y la igualdad no son invenciones europeas. Como pueblo izquierdista y democrático, a menudo caemos en la trampa de pensar que las ideas y los valores por los que luchamos se desarrollaron en la antigua Grecia o en el París revolucionario. Esto se relaciona en parte con nuestra comprensión de la historia, nuestro horizonte histórico. ¿Qué sabemos de la historia no europea? Durante milenios, Oriente Medio y Europa se han influenciado directamente como vecinos. La revolución agrícola o la cultura de asentamientos fueron fenómenos que viajaron desde el Cáucaso y Anatolia a lugares como Europa. Filósofos griegos como Pitágoras disfrutaron de su educación en lugares como Egipto o Babilonia. Los fenicios del Líbano de hoy, desarrollaron el alfabeto moderno y lo difundieron en la región de Medio Oriente. Cuando las personas en Europa en particular se preguntan hoy por qué Oriente Medio se encuentra en un caos tan profundo, también hoy se ven obligados a preguntar: «¿Qué tan bien entendemos a nuestros vecinos? ¿Qué sabemos de su historia y sus maneras de sentir, pensar y comportarse?”

Rechazando las políticas imperialistas en Oriente Medio

Echemos un vistazo a Alemania, un miembro de la OTAN, estado líder en la Unión Europea y una de las principales exportaciones de armas a nivel mundial. En sus 150 años de existencia, la nación-estado alemana comenzó a desarrollar su propia política de Medio Oriente bastante temprano. A más tardar con la abdicación de Bismarck, que preocupado por equilibrar las potencias europeas, el interés de la joven Alemania en Oriente Medio aumentó. Las relaciones políticas, militares, económicas y culturales se fomentaron con el Imperio Otomano, que continúa aún hasta hoy. Las relaciones estratégicas de Alemania con Turquía, así como su contacto con países como Irán y Egipto, son una continuación de un antiguo interés alemán en la región. El estado alemán considera su relación con las potencias de Oriente Medio en el contexto de su estatus imperial. Hace ciento cincuenta años, a los ojos de Alemania, la región sin explotar se prestaba a la actividad imperialista para competir con las antiguas potencias coloniales, como Gran Bretaña y Francia. Desde entonces, es parte de la razón de ser alemana, en el contexto de expandir su influencia hasta el sudeste asiático y afirmar así la dominación geopolítica. No es de extrañar entonces que en su libro, The Grand Chessboard, Zbigniew Brzezinski, asesor de seguridad de varios presidentes de Estados Unidos, describa a Medio Oriente como la clave para controlar Eurasia y, por lo tanto, al mundo. Alemania entrega armas a Oriente Medio y recibe a los gobernantes autoritarios de la región, para que su reclamo imperialista sea práctico, un asunto que los funcionarios estatales han estado describiendo como la «nueva responsabilidad alemana» en los últimos años. La participación alemana en las guerras, los desplazamientos y la explotación en el Medio Oriente son por lo tanto importantes. Para nosotros, como fuerzas izquierdistas y democráticas, es un asunto urgente comprender las políticas imperialistas de Medio Oriente de manera integral y realista, para poder definir nuestras propias alternativas.

Desarrollando una agenda autónoma

Este problema ofrece la oportunidad de abordar una debilidad fundamental de las fuerzas progresistas en todo el mundo: su falta de conciencia del hecho de que también son actores políticos importantes. Con demasiada frecuencia, nos limitamos a criticar y reaccionar a la política estatista. Combinado con nuestro conocimiento superficial de áreas como Medio Oriente, el resultado es lo que Rıza Altun, miembro del Consejo Ejecutivo de KCK (Unión de Comunidades de Kurdistán), describió de la siguiente manera: “Aunque esta región es el centro más antiguo de la socialidad y socialización, hoy está tan fragmentada que millones de personas se ven obligadas a huir. Hay razones para esto. Las respuestas a esta situación solo se pueden encontrar a través de una comprensión profunda y holística de la región. Es imposible entender nada, si se considera exclusivamente la violencia y las olas de migración resultantes a través del Mar Mediterráneo. Esta perspectiva no lleva más que a un mal humanismo. Pero eso es exactamente lo que sucede de alguna manera bajo el lema: «La situación en el Medio Oriente es mala y atrasada. Es por eso que la gente huye de su tierra natal. Debemos apoyar a las personas que sufren en tales circunstancias «.

Esta crítica puede ser una buena ocasión para que las fuerzas democráticas en el extranjero desarrollen una política de Medio Oriente segura de sí misma e independiente. Por supuesto, es más que correcto recibir a los refugiados en los países a los que llegan. Pero más allá de estas acciones básicas, debemos luchar contra las causas fundamentales de estos fenómenos teniendo el valor de desafiar la política de desplazamiento y genocidio patrocinada por Occidente, al tiempo que simultáneamente apoyemos las fuerzas progresistas en la región. Una agenda autónoma de Medio Oriente debe perseguir al menos tres estrategias: prevenir guerras, combatir las causas fundamentales del desplazamiento y la migración forzada, y desarrollar una cultura de acogida. Por el momento, es solo el tercer aspecto que disfruta del esfuerzo práctico.

Las fuerzas de izquierda en todo el mundo necesitan socios en el Medio Oriente para establecer su agenda independiente de los poderes gobernantes internacionales o los estados autoritarios regionales. Hay fuerzas más o menos organizadas entre todas las sociedades de la región, que podrían constituir socios potenciales de diálogo y aliados. El Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK) es uno de ellos. Como una de las fuerzas democráticas mejor organizadas y con mayor experiencia en el Medio Oriente, tiene mucho sentido buscar el intercambio y la cooperación con el PKK. A más tardar, con la defensa de Kobane en 2014/2015, amplios sectores de la sociedad y de la izquierda en Alemania desarrollaron una nueva relación con el PKK, con la cual se distanciaron claramente de las políticas de negación y criminalización del estado alemán. Esta nueva calidad de las relaciones entre la izquierda, las fuerzas democráticas en Alemania (y en otros lugares) y el movimiento kurdo puede constituir un punto de partida práctico para desarrollar una política democrática común en el Medio Oriente junto con las fuerzas en la región. Hay muchas razones para esto, como ilustra la política imperialista de Oriente Medio de los estados occidentales y el caos resultante en la región.

Una Conferencia en Medio Oriente de las Fuerzas Democráticas

Las consideraciones mencionadas anteriormente deberían servir como un elemento de reflexión para todos nosotros. ¿Por qué no deberíamos nosotros, como poderes democráticos, no poder desarrollar nuestra propia política de Medio Oriente, sí, quizás incluso nuestra propia política para todas las regiones de este mundo? ¿Quién y qué nos impide hacerlo? La urgencia del asunto se hace evidente a la luz de los estados imperialistas que causan tragedias humanitarias a diario y que actualmente asaltan la revolución en Rojava. Un primer paso podría ser una Conferencia común en el Medio Oriente de todas las potencias democráticas izquierdistas, que estén interesadas en desarrollar una agenda autónoma y un intercambio entre otras fuerzas democráticas en la región. Seguramente, el movimiento de liberación kurdo saludaría esta idea.