Cómo Vivir, Qué Hacer, por Dónde Empezar

Este es un extracto del 4º volumen del «Manifiesto de la Civilización Democrática» escrito por Abdullah Öcalan. Este libro se está traduciendo al inglés y al español y se ha publicado en alemán. Se ha elegido este fragmento debido a su urgente relevancia para el que significa para una sociedad llegar a ser democrática y qué papel potencial debe tener, o no, una organización política en la lucha por la liberación de la vida. Más información sobre los libros de Öcalan en ocalanbooks.com.

La verdad, vivir y morir por la verdad son conceptos importantes en la cultura de Oriente Medio. Este concepto, que se refleja como un dialéctica teórico-práctica en la cultura europea, poco a poco se ha ido vaciando de su esencia, fragmentado y perdiendo su integridad. Este proceso se hizo aún más evidente en la modernidad tardía. La verdad fue sacrificada al economismo.

La búsqueda de la verdad pasar a un primer plano cuando surgieron los problemas sociales. En estos periodos, un discurso y una acción intentan presentarse como la verdad absoluta. Los análisis sociológicos muestran claramente la conexión entre esta concepción de la verdad y la injusticia. Mientras que la explotación del trabajo social y la usurpación del valor se definen como injusticia, el estudio de ésta y su necesaria investigación se denomina búsqueda de la verdad y siempre ha sido glorificado. El hecho de que la injusticia conduzca a la búsqueda de la justicia1 y ésta se identifique con Dios refleja la conexión de ambos conceptos con la socialidad. Se confirma así una vez más la conexión del concepto de Dios con la conciencia social, más allá de la abstracción metafísica.

La búsqueda de la verdad conlleva el cuestionamiento de la injusticia. La identidad social, que se presenta a sí misma como el ser supremo (Dios), respondía así a la injusticia, la condenaba e intentaba superarla, y consideraba la eliminación de esta como el castigo de Dios. A medida que aumentaban las amenazas y las injusticias contra la identidad social desde dentro de la sociedad y desde el exterior, se enfatizaba cada vez más la identidad social y se desarrollaban grandes visiones (visión divina = teoría) y acciones (obras divinas) en beneficio de ella. Por eso es importante darse cuenta de que la identidad social está en la raíz de la religión y la filosofía. Por lo tanto, es un esfuerzo inútil buscar la fuente de la religión y la filosofía en otra parte.

Una de las intenciones más presentes en la hegemonía ideológica de la Modernidad Capitalista es el oscurecimiento y la supresión de los hechos histórico-sociales relacionados con el concepto y la práctica de la verdad. Bajo esta hegemonía, la religión y la filosofía se han transformado en herramientas al servicio del nacionalismo y de la deificación del Estado-nación. La teoría y la práctica se dedican a la glorificación e inmortalización de los conceptos y prácticas del Estado-nación. El papel de la ciencia, guiada por la filosofía positivista, se redujo a analizar y resolver los problemas derivados de los tres pilares de la modernidad. La lucha por la verdad, que es tan antigua como la historia de la humanidad, se ha orientado a satisfacer simples intereses. Mientras que el verdadero problema, la amenaza a la identidad social, fue abandonado como objeto de la verdad y se ha intentado sustituir por el individualismo. En este contexto, se hizo un mal uso de los derechos humanos. Ni siquiera las corrientes antisistema que se presentan a sí mismas como ideologías justas se atreven a superar el paradigma de la modernidad. El liberalismo, como ideología oficial del sistema, ha sido capaz de mantener su monopolio sobre la derecha y en la izquierda hasta hoy.

Como monopolio ideológico de la modernidad, el liberalismo, por un lado, crea una inflación de opiniones, y por otro, y se beneficia al máximo de esta inflación. Después utiliza las que más le convienen, bombardea las mentes a través de los medios de comunicación y trata así de conseguir el máximo resultado. Asegurar el monopolio de la opinión es el objetivo último de su guerra ideológica. Sus principales armas son el fundamentalismo, el nacionalismo, el sexismo y el cientificismo como religión positivista. Sin hegemonía ideológica, no es posible mantener la modernidad solo a través de la represión política y militar. Mientras el liberalismo intenta controlar la conciencia de la sociedad precapitalista a través del fundamentalismo, mantiene bajo control la ciudadanía del Estado-nación y las clases que se desarrollan en torno al capitalismo mediante el nacionalismo. El objetivo del sexismo es no dejar respirar a las mujeres. La función efectiva de la ideología sexista es hacer, por un lado, que los hombres enfermen de poder como mantener a las mujeres como víctimas del sentimiento de ser violadas. Al tiempo que neutraliza al mundo académico y a la juventud con el cientificismo positivista, les muestra que no tienen más remedio que integrarse en el sistema y les asegura esta integración a cambio de concesiones.

Ante el ataque ideológico del liberalismo, las preguntas ‘‘¿Cómo vivir?’’, ‘‘¿Qué hacer?’’ y ‘‘¿Por dónde empezar?’’ son cada vez más urgentes. Las respuestas dadas por los opositores del sistema a estas preguntas han resultado ineficaces, al menos hasta hoy, y las respuestas dadas por la modernidad a las tres preguntas importantes han demostrado surtir efecto. El estilo de vida que la modernidad desarrolló durante los últimos quinientos años ha configurado en gran medida la respuesta a la pregunta: ‘‘¿Cómo vivir?’’. En la era de la Modernidad Capitalista, los estilos de vida se han homogeneizado y se han visto tan asimilados que han generando un nivel de aceptación que quizás nunca se haya desarrollado en otra época de la historia. Las pautas de vida de todo el mundo se han estandarizado conforme a reglas universales. Las diferencias son débiles frente a la homogeneización. Cualquier rebelión contra el estilo de vida moderno es tachada de locura y es condenada a ser exiliada del sistema inmediatamente. Ante esta amenaza de exilio, pocos se atreven a continuar la rebelión.

En los últimos quinientos años se dio una respuesta detallada a la pregunta ‘‘¿Qué hacer?’’: Vivirás una vida individualista, siempre pensarás en ti mismo, dirás “El único camino es el camino de la modernidad”, ¡Y actuarás en consecuencia! El camino y el procedimiento son claros: Harás lo que hacen los demás, igual que ellos. Si eres el jefe, obtendrás beneficios. Si eres un trabajador, buscaras un salario. Es una tontería buscar otro tipo de respuestas a esta pregunta. Si aun así se insiste, el resultado es la expulsión del sistema, el desempleo, la desesperación, la decadencia. La vida se ha convertido en una terrible carrera de caballos. Por tanto, la pregunta ‘‘¿Qué hacer?’’ preferiblemente no debería plantearse en absoluto. La respuesta del sistema a la pregunta ‘‘¿Por dónde empezar?’’ es: ‘‘Empieza por donde recibas una buena educación’’. La escuela y la universidad son lugares de partida indispensables para el éxito dentro del sistema.

La búsqueda de la verdad de la Modernidad Democrática frente al sistema, su postura ideológica y sus respuestas a estas tres preguntas fundamentales tienen claramente son claramente propias de un sistema alternativo. Buscar, analizar y presentar soluciones a todos los problemas de la identidad social es la esencia de la lucha por la verdad. A lo largo de mis escritos de defensa presenté los resultados de esta búsqueda y esta lucha, aunque a grandes rasgos. Reiterar no tendría sentido. Una postura ideológica significa superar la hegemonía ideológica de la modernidad dominante mediante una crítica holística. Una postura ideológica es la defensa de las verdades sociales existentes. Mostrar la falta de verdad de la Modernidad Capitalista (potenciando el individualismo sobre la sociedad, poniendo la identidad social bajo ataque), reflejar la verdad de la sociedad; de la Nación Democrática, Ecológica y Económica; así como su poder de expresión de la verdad, depende de esta postura.

La primera respuesta común a las preguntas de ‘‘¿Cómo vivir?’’, ‘‘¿Qué hacer?’’ y ‘‘¿Por dónde empezar?’’ debe partir desde dentro del sistema y en base a sus opositores. Sin embargo, oponerse al sistema desde dentro del sistema requiere un planteamiento de lucha por la verdad a la altura de los antiguos sabios, en el cual se esta expuesto a la posibilidad de perder la propia vida en cualquier momento. De tal manera que la respuesta a la pregunta ‘‘¿Cómo vivir?’’ está entrelazada con la respuesta a la pregunta ‘‘¿Por dónde empezar?’’: Abandonarás la vida ‘‘modernista’’ como si te quitaras la camisa de fuerza que la modernidad usa como una armadura, y renunciarás a su forma de vida, odiándola. Cuando sea necesario, purificarás tu estómago, tu cerebro y tu cuerpo de esta vida que llevas dentro vomitándola a cada momento. Incluso si la vida de la modernidad se te presenta como lo más bello del mundo, responderás vomitando lo que llevas dentro. En relación con las respuestas a las otras dos preguntas, siempre responderás a la pregunta ‘‘¿qué hacer?’’ mediante la acción contra el sistema. La respuesta a la pregunta ‘‘¿qué hacer?’’ es la práctica consciente y organizada.

Desde la perspectiva del Sistema de la Modernidad Democrática, la respuesta a estas tres preguntas expresa el encuentro ideológico y operativo con los elementos de este sistema. La misión, anteriormente designada al partido de vanguardia, se ha perfeccionado como vanguardia teórica y práctica de la Modernidad Democrática. La misión fundamental de la nueva vanguardia es satisfacer las necesidades intelectuales y de desarrollo de la voluntad de los tres pilares básicos del sistema: La sociedad democrática, económica y ecológica (administración confederalista democrática a nivel municipal, local, regional, nacional y transnacional). Para ello, es necesario construir estructuras académicas en cantidad y calidad suficientes. Pueden crearse, en función del contenido, nuevas unidades académicas con diferentes nombres, que no se limiten a criticar el mundo académico de la modernidad capitalista, sino que también desarrollen una alternativa al mismo. La tarea esencial es construir unidades académicas sobre cada ámbito importante para la sociedad, empezando por, la economía y la tecnología; la agricultura ecológica; la política democrática; la seguridad y la defensa; la mujer y la libertad; la historia y la lengua; la ciencia y la filosofía; la religión y el arte, (Según su necesidad). Los elementos de la Modernidad Democrática no pueden construirse sin cuadros académicos fuertes. Al igual que el cuadro académico no tiene sentido sin los elementos de la Modernidad Democrática, los elementos de la Modernidad Democrática no tienen sentido y no pueden tener éxito sin cuadros académicos. El hecho de que estén entrelazados para formar juntos un todo es el requisito previo para que tengan sentido y éxito.

Es absolutamente necesario abandonar y superar el método de la Modernidad Capitalista que consiste en separar el pensamiento, la palabra y la acción2, que se nos pega a la espalda como una sangijuela. El pensamiento, la palabra y la acción son símbolos inseparables de la grandeza de la verdad, la cual debemos llevar siempre a la espalda, revestirnos de ella y vivirla en su integridad. Quien no es capaz de representar estos tres elementos juntos a partir de las respuestas a las preguntas de ‘‘¿Cómo vivir?, ‘‘¿Qué hacer?’’ y ‘‘¿Por dónde empezar?’’, no debe comprometerse en la lucha por la verdad. La lucha por la verdad no acepta la distorsión de la Modernidad Capitalista y no puede vivir con ella. En resumen, el cuadro académico es el cerebro, la organización y lo que se propaga por los capilares del cuerpo (la sociedad). La verdad es el todo. La verdad es la realidad expresada de manera holística. El cuadro es la verdad organizada y puesta en acción.

Mientras la cultura de Oriente Medio se renueva, debe saber que el camino pasa a través de la Revolución de la Verdad. La Revolución de la Verdad es una revolución de la mentalidad y del estilo de vida; es una revolución para liberarse de la hegemonía ideológica y del estilo de vida de la Modernidad Capitalista. No debemos dejarnos engañar por discursos pseudo-religiosos y chovinistas que se aferran a la tradición. Ellos no luchan contra la Modernidad Capitalista; pretenden obtener alguna compensación por ser los perros guardianes del sistema. Emprender una lucha por la verdad para ellos es impensable. Su actitud hacia la modernidad no sólo se caracteriza por un sentimiento de derrota, sino que además tienden a coquetear con ella. Si los movimientos clásicos de izquierda, feministas, ecologistas y culturalistas quieren ser consecuentemente antimodernistas, deben saber librar la lucha por la verdad de forma holística, implementándola en su forma de vivir.

La lucha por la verdad adquiere sentido y éxito en la medida en que se libra en cada momento de la vida, en todos los ámbitos sociales; en las unidades económicas, ecológicas y comunalistas; en las ciudades democráticas; en el ámbito local, regional, nacional e internacional. A menos que sepamos vivir como las y los profetas y apóstoles de las religiones cuando estas surgieron; a menos que persigamos la verdad; la lucha por la verdad no podrá librarse, e incluso si se libra, no podrá tener éxito. Oriente Medio necesita la sabiduría renovada de las Diosas-Madre, de personas como Moisés, Jesús y Mahoma, San Pablo, Mani, Veysel Karani, Mansur al-Hallaj, Suhrawardi, Yunus Emre y Giordano Bruno. La revolución de la verdad no puede llevarse a cabo sin contar con el legado atemporal pero renovado de los antiguos. Las revoluciones y los revolucionarios no mueren, nos enseñan que seguirán con vida si continuamos su legado. La cultura de Oriente Medio es la cultura de la unificación del el pensamiento, la palabra y la acción y es muy rica en este sentido. La Modernidad Democrática contribuirá a esta cultura añadiendo la crítica de la Civilización y la Modernidad Capitalista, y desempeñará su papel histórico.

El individuo de la Civilización Democrática no puede realizarse a sí mismo, no puede construirse como guía de la verdad, mientras no viva una constante unidad de pensamiento, palabra y acción contra los tres jinetes del apocalipsis de la Modernidad Capitalista (capitalismo, industrialismo y nacional-estatismo) y no libre una lucha vital en el terreno del pensamiento, la palabra y la acción junto con los tres ángeles redentores de la Modernidad Democrática (sociedad económica, ecológica y democrática). si no lucha por la vida real, no puede realizarse a sí mismo, no puede construirse como líder de la verdad. Mientras no continúe la interrelación de la lucha y la vida tanto en la labores académicas como en la labores con la comuna social, no podrá ejercer de guía realizador de la justicia, la libertad y la democratización del mundo. La crítica de las escrituras sagradas y la sabiduría de las diosas son significativas en su contexto de instrumentalización por las civilizaciones dominantes y la modernidad capitalista. Lo que queda de la crítica es nuestra herencia atemporal y nuestra identidad social. El militante de la verdad de la era democrática es aquel que interioriza esta identidad en su personalidad, que vive y aprecia libremente el legado de su vida.

1Hak en turco

2Fikir-zikir-eylem en turco